A partir del siglo XIX, gracias a la expansión del comercio y la búsqueda de nuevos mercados, los europeos se interesaron por todo aquello que provenía de países lejanos y exóticos. Las artes decorativas asiáticas fueron muy apreciadas. Como ejemplo de ello tenemos el movimiento artístico denominado japonismo.
Debido al interés despertado, muchos europeos viajaron a Japón. Al volver, traían consigo tejidos, ornamentos y muebles.
El vestido mostrado a continuación es un ejemplo de la apropiación de esos objetos artísticos convirtiéndolos en propios. Lo más probable es que fuera un regalo de Japón. La dueña al no saber como usarlo lo transformó en un vestido de corte occidental. A pesar de la reconstrucción, el forro de las mangas se han conservado, y el patrón de la espalda está del revés, por lo que podríamos suponer que la modista quiso conservar el sentido original del patrón japonés, o que fue un error.


El fondo de color blanco y azul, fue creado mediante la técnica Katazome (mediante reservas con pasta de arroz). Las flores granate fueron pintadas a mano imitando la técnica de shibori. Y el resto de colores que salpican el tejido bordados a mano con brillantes sedas.

Fuente: FIDM
En el Albert & Victoria hay un vestido igual pero con algodón indio, más de estar por casa.
wuou!!! me encanta!
Qué pasada *_*
Curiosísimo 😀